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UNA NUEVA FAMILIA


Cuando Pedro observó a aquel niño de ojos claros, pelo rubio y carita redonda, se incorporó rápidamente en su improvisado asiento de cartones y le extendió el sombrero para recoger algunas monedas.
El niño miró durante unos segundos el sombrero y volvió a dirigir la mirada a un Pedro impaciente y hambriento al tiempo que negaba con la cabeza.
— No, no vengo a darte dinero. Estoy aquí para ofrecerte un regalo mucho mejor, ¿lo quieres?  —dijo, con un hilo de voz, entrecortado por la timidez e inocencia de su edad.
Pedro le miró extraño y desconfiado. Aquel niño debía rondar los ocho años. La misma edad que tenía él cuando perdió a sus padres. Le miraba y se le acumulaban los recuerdos. Era como si la pequeña figura infantil tuviera la habilidad de reflejar su pasado.
Pedro guardaba con recelo su pasado. Al fin y al cabo, era lo único que quedaba intacto de su vida. Cuando uno toca fondo, valora más las decisiones pasadas, tomadas en su día impulsivamente. Y es esa sensación de que aquellas decisiones no van a poder ser cambiadas lo que hace que, ante la incerteza de un futuro, podamos afirmar quiénes fuimos.
Las desgracias que sucedieron en la vida de Pedro le habían enseñado a desconfiar hasta de su propia sombra; por ello se sorprendió cuando se vio sonriendo al niño, asintiendo y ofreciéndole un lugar para sentarse a su lado.
— Verás, —comenzó a explicar el niño en susurros que fueron tomando fuerza a medida que avanzaba en su discurso— tengo una enfermedad que no se cura con pastillas, ni con médicos ni operaciones. Los señores que la descubrieron le pusieron un nombre muy raro: leucemia. ¿Sabes lo que es?
Pedro escuchaba con atención todas las palabras que emergían por aquella boca tan pequeña, que quizás había tenido aún la suerte de no conocer la mentira o la traición. El niño siguió explicándole, como si el silencio de Pedro hubiera supuesto un “no” mezclado con orgullo y vergüenza:
— En mi cuerpo, hay unos bichitos malos que están atacando a mis huesos y a mis órganos. Los bichitos buenos intentan salvarme, por eso he ido perdiendo pelo, porque mis bichitos buenos se estaban ocupando todo el tiempo de luchar contra los malos, y se olvidaron de que me tenía que seguir creciendo el pelo.
«Sé que no podré quedarme por aquí mucho más tiempo, porque cada vez tengo más bichitos malos que buenos, y me canso más cuando tengo que andar. Mis papás están muy tristes, porque no pueden hacer nada para salvarme, y yo me pongo triste de verles. Por eso se me ha ocurrido una idea. Siempre que paso por aquí te veo ahí sentado pidiendo dinero, con la ropa sucia y sin hablar con nadie. Así que creo que no tienes familia.»
Pedro observaba atentamente al niño. Negó aquella conjetura del niño como respuesta. El pequeño sonrió entonces y prosiguió:
— Como yo tengo familia pero me voy a morir, y tú estás vivo pero no tienes a nadie con quien compartir tus alegrías, he pensado que podrías ir a vivir con mis padres cuando me haya ido. Así, mis padres tendrían otro hijo al que cuidar y ya no estarían tan tristes. Y yo, desde allí arriba —dijo, señalando el cielo— estaré contento de ver que puedes sonreír. ¿Qué te parece, a que es buena mi idea?
Cuando el niño terminó, Pedro estaba llorando. Habría dado su vida a cambio de que aquel niño no muriera. Por primera vez en mucho tiempo, se había sentido formar parte de algo o, mejor dicho, de alguien y eso valía mucho más que cualquier moneda compasiva que le pudieran regalar. 

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LEYENDA DE LA ISLA DE BENIDORM

Debido a que estas semanas son las fiestas de Benidorm, la ciudad en la que resido, me han venido a la memoria las leyendas que circulan en torno al origen de nuestra isla, así que he escrito una versión propia de una de estas versiones para compartirla con todos vosotros. Espero que os guste.


Hace siglos, tal vez milenios, vivía en la sierra del Puig Campana un gigante llamado Roldán. Era el único ser humano que habitaba aquellas tierras, por lo que se consideraba el dueño y señor de toda la montaña. Tenía una cabaña grande que se había construido en la cima de la montaña con ramas secas y unos cuantos troncos. También disfrutaba del sol, de la playa y del monte cuando quería. Pero le faltaba algo.
En las noches de luna Llena, su soledad embriagaba su alma y no hacía más que desear que alguien pudiera compartir su tiempo con él. Y así fue como sucedió. A la mañana siguiente, estaba él paseando por la arena de la playa, cuando de pronto apareció una joven. Era una princesa hermosa, con cabello largo, un precioso vestido y unos ojos sin igual. La joven le miró extrañada, pero sin miedo. Y fue aquella curiosidad, aquel trato inocente, lo que transformó el corazón de nuestro gigante.
Los dos se enamoraron y decidieron irse a vivir juntos a la cabaña del bosque. La princesa la adaptaba con esmero a su estatura y condición, mientras Roldán buscaba siempre las hierbas más finas y tiernas para el lecho de su amada. Vivieron felices durante algún tiempo.
Pero un día, cuando Roldán volvía a la cabaña con leña para la chimenea, una sombra se le apareció. Él se quedó inmóvil y oyó que la sombra le hablaba:
— Corre si aún quieres ver a tu amada, pues cuando muera el día, ella morirá también.
Roldán le escuchó con temor y se apresuró a llegar a la cabaña. Cuando se acercó a la joven, estaba sudorosa y tenía fiebre muy alta. Deliraba. Roldán se puso muy triste e intentó por todos los medios bajar la fiebre de su amada. Pero no lo consiguió. El día se iba acabando y Roldán no quería dejar a la única persona que le había dado felicidad.
Permaneció frente a la joven durante horas, observándola y admirando su belleza. Pero el sol, impasible, seguía con su juego del escondite. Entonces Roldán, furioso y desesperado por darle unos segundos más de vida a su amada, se fue hasta el pico de la montaña y le propinó un puntapié, que hizo desprender una gran masa de tierra que cayó al mar y ahora es la isla de Benidorm.
Y por el perfecto hueco que había quedado, aún pasaron los rayos del sol durante unos segundos más de vida, hasta que el último atisbo de luz desapareció y con él, la vida de la joven.
Roldán, muy triste y hundido en la soledad de nuevo, cogió en brazos a su amada y bajó con ella al mar, donde se habían visto la primera vez. Miró al horizonte y aquella isla que se había formado, fruto de su amor por ella, le pareció hermosa. Como si hubiese quedado hipnotizado, se adentró con la joven en brazos y la depositó en el fondo del mar, bajo la isla de su amor. Pero no la podía dejar allí sola, así que se hundió con ella en las profundidades del mar y la abrazó con fuerza para toda la eternidad.


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COMENTO: ADAM

Hace tiempo ya que vi esta película. Hoy, navegando por Internet y leyendo más información sobre el síndrome de Asperger, la recordé y quise escribir este post para recomendárosla a todos. Resumiendo, por si alguien no quiere hacer clic en el enlace que he dejado en la línea de arriba, comento que el síndrome de Asperger es un síndrome situado en el espectro del autismo (tiene algunos principios de autismo, pero no se considera tan "grave") y se basa esencialmente en que los sujetos que lo "padecen" (no es un término correcto, lo sé) tienen dificultades para entablar relaciones sociales. Estas dificultades se reflejan en todo momento de su vida: a la hora de jugar con los compañeros, de estudiar, de buscar trabajo... Por el contrario, pueden desarrollar al máximo un determinado centro de interés, llegando a considerarse superdotados en ese campo. 

En la película, Adam es un chico con síndrome de Asperger apasionado por la astronomía. Vive solo y no se relaciona con mucha gente. Un día, una mujer se muda al tercer piso de su edificio y a partir de ahí comienza una historia fascinante entre ambos. Se enamoran, aunque Adam no es capaz de saber qué es ese sentimiento. No voy a contar más porque seguro que meto la pata y hago spoilers. Os la recomiendo de todo corazón, de verdad. Es una película que enseña muchísimos valores y tiene el fondo romántico pero desde un punto más visceral (es decir, no es una comedia romanticona de la que normalmente los chicos salen huyendo). 

Os dejo el tráiler para que os hagáis una idea de la película. También existe un libro muy bueno sobre este síndrome: Marcelo en el mundo real. Cuando veáis la película, por favor, dejad en comentarios vuestra opinión. Me gustaría mucho saber qué os ha parecido.

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LA LEYENDA DE NARCISO


Narciso era un hermoso joven que todos los días iba a contemplar su propia belleza en un largo. Estaba tan fascinado consigo mismo que un día se cayó dentro del lago y se murió ahogado. En el lugar donde había caido, nació una flor, a la que llamaron, en su honor, narciso.

Cuando las Oréades, las diosas del bosque, llegaron al lago y le vieron llorar, le preguntaron el motivo de su tristeza.


— Lloro por Narciso —repuso el lago.
— ¡Ah, no nos asombra que llores por Narciso! —prosiguieron las Oréades—. Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras él por el bosque para admirar su belleza, tú eras el único que tenía la oportunidad de contemplarle más de cerca.
— ¿Pero Narciso era bello? —preguntó el lago. 
— ¿Quién sino tú podría saberlo? —respondieron, sorprendidas, las Oréades—. En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba para contemplarse todos los días.

El lago permaneció en silencio unos instantes. Finalmente dijo:
— Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que Narciso fuera bello. Lloro por Narciso porque cada vez que él se inclinaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, reflejada mi propia belleza.

[Relato escrito por Oscar Wilde y adaptado por Paulo Coelho en el prólogo de su libro El Alquimista]
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EL AMOR Y LA LOCURA


[Esta fotografía pertenece a El jardín de los sentidos, un lugar mágico situado en Altea, Alicante]

Había una vez, antes de que existieran los humanos y los sentimientos se mezclaran con ellos, un jardín mágico donde vivían en armonía todos los sentimientos. Cada uno cumplía con su función y rara vez se reunían todos. Pero un día, decidieron hacer algo diferente...
— ¡Podemos jugar al escondite!— gritó la Locura, al tiempo que daba pequeños saltos.
— ¿Y cómo se juega a eso? Yo no voy a ser capaz, seguro... —dijo entre sollozos el sentimiento deInferioridad, que tanto se creía que era peor y pequeño a los demás, que había acabado por verse enanito y feo.
— ¡Claro que vas a saber, es muy fácil! —contestó el Optimismo con energía— Tienes que esconderte en un lugar en el que no te pueda encontrar nadie. Si eres el último en salir de tu escondite, has ganado. Y si te da tiempo antes de que te vea el que la queda, puedes salvar a todos tus compañeros.
La Curiosidad observaba muy atenta la escena. Finalmente, cuando a todos les quedaron claras las reglas del juego, la Locura dijo que ella la quedaría y todos empezaron a esconderse, cada uno a su ritmo...
El Pesimismo se juntó con la Inferioridad y se quedaron un gran rato ahí parados sin saber qué hacer. Total, iban a perder seguro...
La Alegría estuvo trotando con una gran sonrisa hasta que encontró el lugar perfecto para ella: un árbol alto y frondoso.
A la Pereza le entró un sueño tremendo y en lugar de ponerse a buscar su escondite, decidió echarse una siestecita.
La Sabiduría estuvo un rato sopesando en qué lugar tendría menos probabilidades de ser descubierto y, como no podía ser de otra manera, eligió camuflarse entre las hojas de un gran libro.
Y así, uno a uno, todos los sentimientos se fueron escondiendo, salvo el Amor, que por más que buscaba, no encontraba ningún lugar que le gustara.
De pronto, la Solidaridad, apareció en su camino y le dijo sonriente que había visto el lugar perfecto: un hermoso rosal situado junto al lago. Al amor le encantó la idea y fue hacia allí acompañado de la Solidaridad, que le ayudó a subir por el tallo de una de las rosas. Una vez que llegó arriba, se refugió entre los pétalos y, como iba vestido de color rojo, se camufló a la perfección.
Cuando el último sentimiento encontró su escondite, la Locura acabó de contar y empezó a buscar a sus compañeros con ansia.
Al primero que encontró fue a la Pereza, roncando como un ogro. Un poco más alejados seguían el Pesimismo y el sentimiento de Inferioridad. También encontró pronto al Nerviosismo, que se había refugiado entre un matorral y hacía mover las hojas con sus impulsos nerviosos.
La Sabiduría se hizo más de rogar, pero debió tener algún error en su estudio de probabilidades, porque también fue descubierta. Y uno a uno, la locura dio con todos sus compañeros.
Bueno, no con todos. Sólo faltaba uno: el Amor. Lo buscó incansablemente durante horas, pero no aparecía. Finalmente, la Envidia, cabreada porque había perdido, le chivó a la locura el paradero del Amor.
Y la Locura, loca de contenta porque sabía dónde se encontraba el último sentimiento, fue corriendo hacia el rosal y comenzó a mover las rosas de un lado hacia el otro con energía y entusiasmo.
De repente, se escucharon unos gritos agudos que provenían desde lo alto de una de las rosas:
— ¡Para, para ya por favor! ¡No las muevas más!
Y la Locura, obediente, paró. Cuando todos consiguieron distinguir al amor de entre los pétalos de la rosa, se quedaron petrificados. Al mover la Locura el rosal con tanta energía, le había clavado al Amor los pinchos del tallo en los ojos, que ahora sangraba abundantemente.
— Lo siento, Amor. No me he dado cuenta. Lo siento, de veras... — pero ya no había solución: elAmor se había quedado ciego.
Y la Locura, arrepentida por su acto impulsivo, le hizo una promesa al Amor:
— Ya no vas a poder ver y todo por mi culpa. Sólo se me ocurre una solución: a partir de ahora seré tu lazarillo. Prometo ser tus ojos en todo momento y lugar. No me separaré de ti nunca.
Y por eso siempre decimos que EL AMOR ES CIEGO, Y QUE SIEMPRE VA ACOMPAÑADO DE LA LOCURA*.
Este cuento es una adaptación propia que he hecho de un cuento popular anónimo que me contó en una ocasión un cuentacuentos. Hoy lo quería compartir con vosotros, por si alguno desconocía la historia. Lo escuché por primera vez cuando tenía 12 años y cada vez que lo leo o lo reescribo me sigue fascinando.
*Si quieres descargar el cuento para guardarlo o leerlo en alguna otra ocasión, haz clic en este enlace.
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Certámenes literarios


Una de las mayores ventajas que nos ha podido ofrecer Internet a los que compartimos el placer por escribir son los certámenes literarios. Hace unos años, todas las bases para estos concursos literarios sólo aceptaban el envío de los escritos por mediación de correos. Y era un fastidio. Además, había que hacer las pertinentes copias del relato, graparlos o encuadernarlos según los gustos del jurado y enviarlos por correo certificado para que no se extraviaran.

Ahora, la posibilidad de enviar las obras por e-mail facilita tantísimo la tarea que estoy segura de que el número de participantes por concurso ha aumentado notablemente en los últimos años.

Hay concursos de todo tipo: de relatos de fantasía, ciencia-ficción, ensayos, artículos periodísticos... Yo me he presentado ya a unos cuantos, pero jamás he ganado nada. Ni siquiera una triste mención a mi trabajo. Pero aunque esto decepciona un poco, no dejo de intentarlo. Algún día caerá la breva, como se suele decir.

De momento, voy a empezar a colaborar en una revista de tirada local que se edita de forma quincenal en mi ciudad. Os dejo la página web de la revista, La Clave, para que le echéis un vistazo si queréis.

También os facilito algunos enlaces a páginas que recopilan todos los concursos y certámenes literarios del mundo. Una de las mejores es escritores.org, aunque también está muy bien la web guiadeconcursos.com. Iré colgando posts con información relativa a estos concursos literarios.

¡Ánimo y participad!

Comento: Martes con mi viejo profesor

Martes con mi viejo profesor es la historia real de Morrie Schwartz, excepcional profesor de sociología y querido por sus alumnos al que le diagnostican una enfermedad degenerativa, ELA (Esclerosis Lateral Amiotrófica).

Años después de haberse graduado, Mitch Albom, ahora periodista deportivo y antiguo alumno favorito de Morrie, observa un día en la televisión una entrevista que le realizan a su viejo profesor, en la que este explica su enfermedad y cómo la está llevando.

Albom se pone en contacto con su antiguo profesor y acuerdan verse todos los martes de cada semana, en la casa de Schwartz. Durante estas sesiones, profesor y alumno hablan sobre la vida, el amor, la amistad, la vejez, el dinero… Conversaciones en las que Morrie intenta, una vez más, enseñarle a su alumno favorito aquellas cosas importantes en nuestra vida, que Albom ha ido olvidando a lo largo de los años.

El libro es la última tesina realizada por Albom para Morrie Schwartz, pero no es una tesina cualquiera. En ella se muestran las enseñanzas de un profesor a punto de morir que nos deja un gran ejemplo de cómo hay que enfrentar a la muerte, a la vez que nos enseña aquellos valores que nuestras ocupaciones diarias entierran y hacen que no seamos nosotros mismos.

Es una profunda y sentimental historia de vida que nos encantaría regalar a cualquiera. A mí me marcó profundamente, es de esas novelas que llegan al alma muy rápidamente. Y el estilo de escritura de Albom es tan sencillo que la lectura te permite centrarte completamente en la historia como si estuvieras allí mismo. Tanto que, aunque es predecible el final de la historia, es inevitable sentir una enorme tristeza cuando la acabas.

La novela está llena de frases exquisitas, de entre las que destaco las siguientes, a modo de muestra:

La cultura que tenemos no hace que las personas se sientan contentas de sí mismas. Y uno ha de tener la fuerza suficiente para decir que si la cultura no funciona no hay que tragársela.

Sin amor, somos pájaros con las alas rotas.

Dedícate a amar a los demás, dedícate a la comunidad que te rodea y dedícate a crear algo que te aporte un norte y un sentido.

La ELA es como una vela encendida que te funde los nervios y te deja el cuerpo como un montón de cera.

Y para los vagos redomados que encuentren la lectura aburrida, también hay película. Aún no la he visto, pero debe estar muy bien.

Para finalizar, dejadme recomendaros una buenísima página para comprar libros online. Es una buena opción si no tenemos tiempo de visitar una librería o nos urge comprarlo. Después, también está la opción gratuita y más recomendada en estos tiempos de crisis: las bibliotecas.
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